¿Puede un adicto recuperarse y seguir siendo la misma persona que solía ser?
La respuesta a esta pregunta es sí y no a la misma vez. Obviamente, se conservan muchas cosas además del nombre y los apellidos. La disposición genética, el temperamento y las vivencias del pasado asociada al tránsito por los distintos momentos evolutivos que conducen a una persona hasta el momento presente son cosas que se mantienen.
Los defectos de carácter, estilos atribucionales o determinados estereotipos son como sombras que persisten durante el proceso de la recuperación. No se pueden hacer desaparecer, pero se pueden gestionar. Permanecen “agazapados” esperando el momento propicio para retornar.
Las personas no pueden controlar las emociones que experimentan o el momento en que aparecen. También se ven muchas veces invadidas por pensamientos o impulsos indeseados que no desearían tener en su cabeza.
El cambio del que habla este post no tiene que ver con apretar los puños y apelar a una “fuerza de voluntad” que sistemáticamente ha demostrado su fracaso. Hay muchas cosas que una persona puede cambiar. Ser consciente de aquellas cosas sobre las que una persona puede ejercer más control es el inicio de este camino.
Dentro de las cosas que podemos cambiar y controlar están nuestras palabras, actos, hábitos, actitudes y valores. Aunque necesaria, no es esta precisamente una tarea que podamos definir como simple o sencilla. Requieren de un compromiso tremendo y un constante monitoreo.
Un programa para obedientes y no para “inteligentes”
Obediencia y buena voluntad son dos de los requisitos que se requieren para emprender este camino. La obediencia hace referencia a un valor o una fortaleza del carácter, mientras que la buena voluntad hace referencia a una actitud.
Una persona que está atrapada por una adicción, usualmente se ha pasado mucho tiempo haciendo su voluntad. Suele haber logrado manipular a los demás, al menos durante un tiempo, para salirse con la suya.
A la imposibilidad de “hacer su voluntad” (que básicamente se reduce a “hacer lo que sea para consumir”) muchos pacientes lo identifican con “perder la libertad”. Lo cual es una interesante paradoja, dado que la adicción es la que tiene esclavizada la voluntad de la persona que la padece.
Por tanto, el camino del cambio comienza por dejar de hacer lo que se desea y comenzar a hacer lo que se necesita. Al menos para los pacientes que ingresan en la Clínica Recal para tratar sus adicciones hemos visto que no suele ser sencillo.
En esta primera etapa es muy importante obedecer las indicaciones del equipo y las normas del centro, aunque no se esté de acuerdo con algunas. Obviamente, para construir un entorno seguro se requieren normas claras y restrictivas.
La combinación entre obediencia y actitud positiva ante la recuperación resulta necesaria para no hacer caso a las “excusas convincentes, pero falsas” que rondan por la mente de muchos alentándoles a abandonar el tratamiento.
El despertar de la espiritualidad
Aunque parece un tema metafísico, el despertar espiritual que se necesita para sostener y consolidar el proceso de la recuperación de adicciones ha sido estudiado por la ciencia. La adicción suele terminar aislando a aquel que la sufre de la mayor parte de sus fuentes de apoyo.
La recuperación más allá del logro y mantenimiento de la abstinencia, por tanto, basa en la reconexión con dichas fuentes de apoyo y el desarrollo de un grupo de valores o fortalezas del carácter. Para ello se han realizado interesantes estudios de caso, usando un modelo que se denomina valores en acción.
¿Cuáles son las fortalezas del carácter relacionadas con la espiritualidad que se necesitan potenciar en la recuperación de adicciones? Aunque la psicología positiva parte de un modelo general de 24 virtudes y fortalezas del carácter, se señala que la humildad, la receptividad y la buena voluntad son las bases necesarias.
Algunos estudios han destacado, además, que la persona debe trabajar para potenciar y desarrollar la integridad, la compasión, la Fe, la esperanza, la amabilidad, el servicio y el amor. En los grupos de ayuda mutua que siguen el Programa de los 12 Pasos esto se hace con la ayuda de los compañeros y la conexión con un Poder Superior tal y como cada cual lo conciba.
Los regalos de la recuperación
Al final el esfuerzo que requiere este cambio compensa. Esta es, al menos, la opinión de cientos de adictos en recuperación, provenientes de más de 20 programas de recuperación, a los que se les hizo un seguimiento de casi 20 años. Los resultados de este estudio fueron publicados en el Journal of Substance Abuse Treatment.
Se evaluaron un grupo de indicadore de recuperación como la salud física y mental, la abstiencia, la satisfacción con el entorno y las relaciones. De forma general se pretendía observar el nivel de funcionalidad que se podía llegar a alcanzar en la vida cotidiana.
Los indicadores más beneficiados con la recuperación y el mantenimiento de la abstinencia fueron una mejora considerable de la salud física y mental. De forma general, la recuperación impacta positivamente sobre la funcionalidad de la conducta en la vida cotidiana.
Otro estudio realizado más recientemente en tres países europeos, analizó la relación de tres estadios de la recuperación (temprana <1 año; sostenida 1-5años y estable >5años) con un grupo de problemas sociales. Los resultados parecen resaltar lo obvio, mientras mayor tiempo se mantenga una persona en recuperación resulta menos probables que tengan problemas de vivienda, con la ley o usen drogas. También se observó que resulta más probable que puedan mantener un trabajo o completar sus estudios.
De forma general podemos afirmar que sin cambio no es posible la recuperación. No es este un proceso fácil y se necesita ayuda para conseguirlo, pero a la larga compensa.
Reconocer el problema y buscar ayuda
La imposibilidad de dejar las drogas con recursos propios conduce a la persona a una espiral autodestructiva. Una especie de agujero negro que muchas veces incluso impide que se acepte buscar tratamiento. El pronóstico para estas personas no es bueno, como lo muestran los resultados del siguiente estudio.
Se realizó un seguimiento durante un año a 402 consumidores de cocaína que rehusaron tratamiento. La mayor parte de los participantes eran solteros, con una edad media de 24 años. Predominaba el poli-consumo: cocaína, alcohol y marihuana; o cocaína, alcohol y anfetaminas.
Las conductas de riesgo más relevantes durante el seguimiento fueron las conductas delictivas y sexuales. Dentro de las conductas delictivas pueden destacarse el tráfico de drogas, robo en tiendas, supermercados, autos o casas. También se reportó atracos en la calle. Casi la mitad de los participantes reconoció que además de cometer delitos, portaban armas.
Dentro de las conductas sexuales de riesgo destacó la práctica de sexo sin protección, sexo a cambio de drogas, drogas a cambio de sexo. También se llega a la prostitución como medio de obtener dinero para el consumo.
Otra conducta con elevado reporte fue ir al trabajo bajo los efectos de las drogas. Como reportes más extremos se registraron las sobredosis, heridas auto-infligidas e intentos de suicidio.
Como se ha podido ver, el consumo de cocaína ya sea por vía nasal o fumada, resulta un importante factor de riesgo. Su consumo está relacionado con numerosos problemas, tanto de salud como sociales. Vencer la negación y buscar ayuda es un paso necesario.